-Pero, ¿para qué quieres la katana?-
-Alguien me despertó un sábado a las 8:30 de la mañana…y lo va a pagar.-
No quiso discutir con ella, era obvio que estaba decidida y sabía que cuando algo se le metía entre ceja y ceja no había quien la pudiera hacer desistir de su empeño. Lo que no comprendía muy bien era el porqué una katana precisamente y no cualquier otro tipo de arma más discreto. Entró en la trastienda y al poco rato regresó con una, extendió los brazos hacia ella ofreciéndosela.
-Prueba a ver qué te parece esta.-
La mujer sonrió al verla, reconociéndola al instante, no era la primera vez que la tenía en sus manos.
-Servirá-
Hacía dos meses que Mimí se había introducido en sus vidas y ya no estaba dispuesta a soportarlo más, simplemente tenía que tomar medidas o se iba a volver loca. Aquella torpeza por parte de la chica fue la gota que colmó su vaso y al mismo tiempo la excusa perfecta para quitarla de en medio. Le había resultado muy duro el acercamiento con su Amo tras años de distancia, ahora lo había vuelto a recuperar y sentía que en una relación D/s era como siempre había querido estar, que ya no quería más relaciones “normales” con chicos vainilla. Su Amo era para ella su amante, su compañero, su amigo, su mundo su TODO. Mimí podía hacer que sus bases se tambalearan, que su Amo dudara y que lo que ella más quería en ese momento se fuera al garete. Simplemente sentía que había que eliminarla. Mimí debía morir.
A Mimí la conocieron en el Tanjie, un bar de intercambio. La dueña era amiga de su Amo desde que tenían uso de razón y de cuando en cuando iban a visitarla. Habían hablado entre ellos de la conveniencia o no de meter a alguien más en sus juegos de cama, pero habían llegado a la conclusión de que anticiparse a los acontecimientos no conducía a nada, así que no dijeron que si, pero tampoco dijeron que no. Ella en realidad sólo tenía ojos para su Amo, no le apetecía estar con nadie más y Él, aunque no dijera nada, en el fondo no quería compartir su sumisa con ningún otro hombre y sabía que si metían a otras chicas pronto o tarde también tendrían que meter alguno para que ella no lo acusara de machista.
Pero todos estos pensamientos se le vinieron abajo cuando vio a Mimí en una de las visitas que hicieron al bar. Iba acompañada de otra amiga, una rubia gordita que ocupaba media barra del Tanjie, pero que pasó totalmente desapercibida para los ojos de Él. Mimí era una oriental como todas las orientales de veinte años, delgadita y menuda (poca chicha, pensó su sumisa) pero con los ojos muy vivos y unos labios cautivadores. Ella se percató en seguida de cómo Él la comía con la mirada y aunque en principio no le sentó bien (y tampoco lo entendió porque realmente a ella no le parecía nada del otro mundo), a lo largo de la noche y tras haber bebido unas copas fue aceptando primero su presencia cerca de ellos, luego que se uniera al grupo a participar de la charla y finalmente acabó admitiendo la posibilidad de hacer un trío. Y así fue.
Lo que ella no se esperaba es que volverían a verla, de casualidad, tomando un café cerca de su barrio. Llorando en aquella mesa y con una maleta a sus pies. Era obvio que no estaba bien y se acercaron a ver qué le pasaba. Al parecer su casero había querido abusar de ella en connivencia con su amiga la gordita, que se ahorraba así unos euros de alquiler, y se había tenido que marchar precipitadamente de la habitación pequeñita en la que estaba alojada compartiendo piso. Todo aquello le sonó a cuento a ella, pero su Amo parecía encandilado por la voz suave y sensual que salía de aquellos labios carnosos que no dejaba de mirar.
La decisión fue tan rápida y precipitada que no hubo manera de objetar nada. Mimí se venía a vivir unos días a casa, hasta que encontrara otra habitación de alquiler. No había porqué molestarse, sólo serían unos días, un favor a una amiga con la que habían pasado un buen rato, una buena acción que no les costaba ningún trabajo realizar, un deseo de su Amo que estaría bien que le concediera y finalmente una orden clara que no admitía ningún tipo de discusión. ¿Cómo iban a dejar a Mimí en la calle con sus cosas a cuesta? Ella se tragó sus argumentos, su orgullo y su genio y no replicó.
Mimí estaba tan agradecida, que se dispuso a demostrarlo esa misma noche, desplegando todos sus encantos y ofreciéndose para cubrir las necesidades de ambos. Se deslizó dentro de la cama de ellos, al poco de haberse acostado. Comenzó besándola a ella y acariciando su cuerpo desnudo. Ella, que comenzaba a quedarse dormida pensó al principio que era Él, pero al entreabrir los ojos y ver a Mimí, volvió la cara hacia el otro lado de la cama. Su Amo estaba despierto observándolas a las dos, miró a su sumisa y le sonrió. Él, entusiasmado con la idea de tener dos mujeres a su disposición no parecía darse cuenta de que a ella no le hacía ninguna gracia aquello. Ella al ver su cara supo que debía dejarse hacer.
Pronto de los besos y caricias se pasó a sexo puro y duro y ambos coñitos comenzaron a rozarse. El Amo les indicó que hicieran una tijera y cuando ya las tenía a las dos así, restregó su miembro entre ambas. El calor de la habitación fue en aumento, y los gemidos y susurros sustituyeron el silencio que había imperado hasta entonces. Ambas tuvieron su primer orgasmo con el roce y pasaron a dedicarse al placer de él, agachándose para comérsela entre las dos. Una le lamía los testículos y se los absorbía con cuidado, mientras la otra le devoraba el miembro con pasión, para luego intercambiar los papeles. Así estuvieron un ratito y cuando Él notó que iba a estallar de placer hizo que ambas juntaran sus lenguas y se besaran para correrse sobre ellas. Terminaron lamiéndosela otra vez hasta dejarla limpita. Las miró a ambas, con el semen impregnando los labios y las barbillas, las besó y mandó que se lavaran.
Se sintió un hombre afortunado y Mimí se instaló de ese modo en su casa y en sus vidas.
Cogerle manía fue fácil, esta chica parecía tener todos los defectos del mundo para ella; no sólo no colaboraba en la casa sino que era experta en ensuciar más de lo normal, ruidosa, emocionalmente inestable, caprichosa, descuidada, fumaba, veía tertulias del corazón en las que el espectáculo consistía en insultarse los unos a los otros, etc…. Él sin embargo la encontraba adorable; la veía apasionada, cariñosa, divertida, simpática, sexy y sobre todo muy complaciente. No tardaría en estallar la tormenta entre ambas.
La primera discusión la tuvieron porque Mimí cogió ropa interior que ella tenía reservada para días especiales, sin su permiso, claro. Pero pronto llegaron otras por cosas más insignificantes, como dejarse la comida fuera del frigorífico, llenar con pelos la ducha…la convivencia se hizo insoportable entre ambas. Ella intentaba ponerle buena cara cuando su Amo estaba delante, pero cuando se quedaban solas le dejaba claro con la mirada que no la quería allí. Mimí parecía retarle y le devolvía una mirada irónica, que a ella parecía estar diciéndole “te jodes, aquí me quedo mientras tu Amo quiera”.
Un sábado por la noche ella se encontraba indispuesta, tantos disgustos le estaban haciendo daño en el estómago y tenía ganas constantes de vomitar. Había un festival de verano en un pueblo cercano, así que llevaban días comentando que querían ir a ver lo bonito que engalanaban las calles, la ambientación, algún conciertillo y tomarse unas tapas en algún bar. Pero al no tener cuerpo para eso le pidió a su Amo poder quedarse en casa a descansar. Él se lo concedió y marchó hacia el festival con Mimí. Ella aprovechó para contestar los mails que se le estaban acumulando desde hacía tiempo y después se puso a ver una peli en la tele, que al final resultaron ser dos, porque iban en una sesión especial: Deep Prouf y Planet Terror. Cuando quiso darse cuenta eran las cinco de la mañana, así que se fue a la cama agotada.
Ellos volvieron a las 8:30, borrachos y felices, Él con mucho cuidado para no hacer ruido y despertarla, ella canturreando a voz en grito, sin oír las indicaciones de Él para que tuviera cuidado. En su mente una confusión de sonidos se mezclaba con imágenes fugaces, sin sentido. Los ruidos eran cada vez más fuertes, como un martillo golpeando contra una pared...abrió los párpados de golpe, se levantó de la cama asustada, sin saber lo que pasaba en un sueño profundo totalmente roto de súbito.
Se dirigió hacia el salón, abrió la puerta y los vio allí, ella tumbada sobre la mesa del comedor con la ropa puesta y las bragas aún metidas en una pierna. Él la penetraba fuertemente, mientras con una mano sujetaba la otra pierna en el aire y con la otra mano le tapaba la boca fuertemente para que callara. La mesa no dejaba de golpear la pared una y otra vez. Se quedó callada, mirando, ellos ni se percataron. Se dio media vuelta y se fue dando un portazo. Se volvieron a mirar, Mimí rio y Él se quedó mudo, sabía que eso traería problemas, pero en ese momento iba a terminar lo que había empezado.
-Llámala y que se una- le dijo Mimí, mientras le sonreía a él, con clara intención de joderla. Él se quedó pensando, dudó por un instante de las consecuencias que eso podría traer, pero Mimí le volvió a hablar en un tono socarrón, claramente provocador –no me digas que aquí se va a hacer lo que le apetezca a ella en lugar de lo que te apetece a ti-.
Él le sacó la polla de dentro a ella y se dirigió hacia la habitación, la vio tumbada, intentando dormirse de nuevo. Al oírlo entrar ella se volvió para no verlo, mientras dos lágrimas le caían por los ojos. Él la agarró del pie y tiró de ella, arrastrándola hasta el salón. Una vez allí le sujetó del pelo y la subió hasta la altura de la mesa, donde aún esperaba Mimí, que miraba la situación divertida.
-Vamos, comienza a comer- y obediente en mitad del aturdimiento comenzó a comerle el sexo a la chica, mientras las lágrimas se hacían más gruesas. Él comenzó a penetrarla a ella por detrás mientras tanto, de manera brusca, haciéndole daño. Parecía entrar también en el juego de Mimí, hipnotizado mientras miraba sus labios jadeantes. Hasta que se dio por satisfecho y las mandó a las dos a la cama.
Durante el resto del día durmieron los tres hasta bien tarde. Al levantarse ella les llevó el desayuno a la cama a los dos. Mimí la trataba como si fuera su sirvienta, sintiéndose la dueña de la situación. Ella sonreía, pero no plenamente, Él se asustó por un momento de aquella cara y pareció leerle el pensamiento, pero no quiso hacer caso a su intuición. Alquilaron una película y se sentaron a verla en el sofá. Mimí la miraba de reojo, sabiéndose ganadora. Ella no decía nada, sólo observaba el monitor fijamente, con la mirada perdida. Él en medio de ambas sopesaba la situación, la conocía perfectamente como para saber que estaba llegando al límite de su aguante, pensó si sería conveniente decirle a Mimí que se fuera de la casa, pero su autoridad quedaría en entredicho si lo hacía. No dijo nada y prefirió pensar para sí mismo que la tormenta pasaría sin mayores consecuencias.
Una semana más tarde todo parecía haber vuelto a la calma. Ella estaba muy dócil, obedecía sin rechistar todas las indicaciones suyas y de Mimí. Hacía todas las tareas de la casa y se esforzaba en tener siempre una sonrisa en la cara y en satisfacerlos a ambos. Él empezó a ponerse nervioso, aquello ya no era normal, pero no quería renunciar a sus privilegios de Amo.
A la hora de la siesta hacía un calor infernal, los tres cuerpos tumbados desnudos despedían sudor y calor. Mimí se levantó a poner el ventilador y ella se despertó, sonriéndole. Al volver a la cama se besaron y comenzaron a rodar entre las sábanas, despertándole también a Él. Los tres se enredaron en besos y abrazos y comenzaron de nuevo a hacer el amor. Las dos mujeres parecían disfrutar como locas con él, que se relajó entre ambas. En un momento dado ella se subió sobre Mimí mientras le comía los pezones y les daba pequeños tirones con los dientes. La miró y sonrió, ella le devolvió la sonrisa, confiada. Él estaba a su lado tumbado y comenzó a besar a Mimí en la boca, sin ver lo que hacía su sumisa. Ella incorporó su cuerpo a horcajadas sobe la chica y lo inclinó lateralmente buscando algo bajo el colchón.
Él no veía nada con la cabeza hacia abajo, pero los ojos de Mimí se entreabrieron y en ese preciso instante vio la hoja de la katana, mientras ella, triunfante la miraba giñándole un hojo. Intentó quitar el cuerpo del Amo de encima para zafarse de allí y al hacerlo, Él sorprendido, levantó la cabeza, separándola de Mimí. En ese preciso instante ella dio un giro de muñeca y pasó la katana por el cuello de la chica, todo tan rápido que Él no pudo hacer nada por ayudarle. Cabeza y cuello quedaron separados, tumbados sobre la cama y chorros de sangre salían hacia todos lados, manchando las sábanas y sus cuerpos desnudos. Él la miró espantado y ella sólo pudo decir –Mimí debía morir.- Él la miró profundamente a los ojos y comprendió.
Se ducharon, comiéndose a besos. Después ella se dirigió hacia la cama y cogió la cabeza de la chica por los pelos, aún con los ojos abiertos de par en par por el miedo. Goteándola la llevó por el pasillo y se cruzó con él que estaba vistiéndose. -¿A dónde vas? Le preguntó- ya en la cocina.
-Al Ikea, a mirar una cama y unas sábanas nuevas.- contestó.
-Muy bien mi vida, tendré la cena preparada para cuando vuelvas y la casa limpia- dijo mientras dejaba caer la cabeza en el cubo de la basura, despreocupada.
Él la besó, en la mejilla, con un casto beso de esposo.
LA BODA
Él no la
reconoció en principio. Pero ella ser dio cuenta de quien era nada más verlo
entrar en la iglesia. Claro que él iba mirando hacia el frente, cogido del
brazo de
su madre; una señora entrada en
los cincuenta pero de muy buen ver aún, que vestía un
elegante traje rosado y una
pamela fucsia que le tapaba la cara y rozaba con el hombro
de su hijo, bastante más alto
que ella y espectacularmente atractivo en su traje de novio.
Ella se quiso morir de la
vergüenza en ese instante. Él ni se percató de su presencia.
Ella
LabiosdeCaramelo, él AMOEXIGENTE. Hacía un año más o menos que
entraban noche tras noche en el
mismo chat, a dejar pasar las horas comentando alguna
película que habían visto, algún
libro que les habían recomendado o simplemente a
contarse qué tal les había ido
el día a uno o a otro. Pertenecían a un grupo de unas
diez personas que se solían
reunir en una sala de BDSM y siempre bromeaban con la
posibilidad de hacer una
quedada, pero a la hora de la verdad nadie proponía un sitio, un
día y una hora, aunque habría
que ver cuántos se hubieran presentado.
Lo que si era
frecuente en el grupo era el intercambio de algunas fotos cada
vez que alguno acudía a una fiesta,
se daba un corte nuevo de pelo o simplemente
querían saber el aspecto que
tenía la otra persona con la que llevaban meses hablando.
Algunos compartían perfiles en
facebook, tuenti o algunas otras redes sociales. Todos
seguían con asiduidad las
maravillosas propuestas de AmaCachondaX en su blog, lleno
de fotos irreverentes, noticias
inimaginables y curiosidades imposibles que decenas
de aficionados al BDSM hacían
llegar a su bandeja de mails. Incluso alguno de ellos
se habían llegado a ver por cam
y era sabido que a sumiso-errante su pareja le había
sorprendido una vez haciéndolo
con una muñeca hinchable mientras una gordita en
catsuit jadeaba al otro lado de
la pantalla, lo que le había costado el poder seguir
conectándose tan libremente.
LabiosdeCaramelo
en principio no parecía muy interesada en AMOEXIGENTE,
entre otras cosas porque su
insistencia en verse por la cam desde el primer día de
conocerla hizo que ella pensara
de él que no era más que otro folla-sumisas de los tantos
que pululan por la red. Un
pervertido de cuidado, eso es lo primero que se cruzó por
su cabeza y así se lo hizo saber
a sumiso-errante; que suspiró, porque en su condición
bisexual y muy para sus adentros
soñaba cada noche con que AMOEXIGENTE le
hiciera las mismas proposiciones
a él y acabara pidiéndole que se masturbara hasta
desfallecer delante de la cam.
Por el
contrario él pensó de ella que se había equivocado de lugar si de entrada
iba con tantos remilgos y que
pronto se aburriría de estar allí y acabaría siendo una más
de tantas que habían pasado por
el chat.
Pero sin
embargo el tiempo, las tertulias y las risas acabaron uniéndolos y
LabiosdeCaramelo se sorprendió a
si misma mirando si él estaba conectado cada
vez que entraba, poniéndose
celosa si él parecía tener interés por alguna otra sumisa
y yéndose antes de tiempo porque
sentía que si no lo hacía caería en sus brazos.
AMOEXIGENTE la siguió deseando
como el primer día, pero a ese deseo se le sumó
una amistad y más adelante
comenzó a sentir que no estaba igual de a gusto en el chat
cuando ella no se conectaba.
Así
comenzaron una relación de Dominación-sumisión a través de la red. Ella
le pidió que le controlara lo
que comía, lo que vestía, a dónde iba, con quien estaba, ect.. Él por su parte
le exigió unas determinadas formas en el hablar, en el vestir y en el
comportarse ante los demás. Todo
dentro y fuera del chat, llevando un 24/7 dentro de lo
que la distancia les impedía y
las nuevas tecnologías les permitían. LabiosdeCaramelo
rompió su reticencia a verse por
la cam y la atracción mutua y el deseo entre ambos se
vieron acrecentados desde ese
momento.
Tampoco la
vio a la salida de la iglesia, iba agarrado de la novia, una muchacha menuda
que parecía un bolso colgado al lado de él. Ella se dirigió hacia la puerta,
con la intención de hablarle, pero una lluvia de arroz, peladillas y garbanzos
se interpuso como una cortina entre ella y los novios, que pronto fueron
requeridos por los familiares para la consabida tanda de felicitaciones y
achuchones. LabiosdeCaramelo se quedó apartada, en un segundo plano, totalmente
confundida, clavada sin saber qué hacer.
A continuación los novios se
metieron en el Audi A5 lleno de lazos blancos que los llevaría a hacerse fotos
a un sitio de ensueño. Los invitados se fueron dispersando hacia los vehículos
con los que irían al sitio del banquete. LabiosdeCaramelo se montó en el de su
amiga Piluca, junto a Lola y Amparo, un SEAT Panda desvencijado con el que
habían llegado desde Lérida las cuatro, a acompañar a su amiga de la infancia
en el día de su boda.
El cortijo donde se celebraba
estaba en las afueras, era bonito, de nueva construcción, expresamente hecho
para convites, con las paredes encaladas y los tejados rojos, un estilo andaluz
a pesar de estar en Castilla. Había unos tres accesos señalados y
diferenciados, puesto que se celebraban varias bodas a la vez. Las chicas buscaron
un hueco para dejar el coche y se bajaron clavando los tacones en el suelo
humedecido.
–Nena,
cuidado que vas a ladear el tacón-
-Ay, se me ha
pringado todo de barro-
-¡Ayúdame!,
ayúdame a bajarme, que no puedo con la falda-
-¿Llevas la
cámara? No te la olvides en el coche, que cualquiera vuelve con el barrizal
este.
La recepción
de los invitados consistía en una explanada de baldosas delimitada por
parterres con flores rojas, naranjas y amarillas. Varios camareros pasaban
constantemente entre los asistentes, portando grandes bandejas de canapés o de
bebidas, que los invitados cogían con un hambre y una avidez total ya a las
seis de la tarde. LabiosdeCaramelo tenía el apetito cortado y no hacía más que
estar pendiente de la entrada. Sus amigas charlaban de cosas banales mientras
roneaban con un grupo de solteros que les devolvían las miradas desde el otro
lado del patio.
Llegaron los
novios, aparcando el Audi A5 justo en la puerta. Se bajaron y pronto fueron
abducidos para más besos, saludos y para que la novia tirara el ramo. Todas las
solteras se arremolinaron en un rincón para ser las primeras en cogerlo. Dos
gemelas se peleaban entre si a codazos para llevarse el ansiado trofeo, pero al
final una larguirucha de nariz aguileña y pelo lacio caído hacia los lados de
la cara consiguió hacerse con él triunfalmente. Una risita tonta salió de su
boca, enseñando unos grandes dientes blancos como la nieve y sus amigas
bromearon con ella sobre que sería la siguiente en casarse. Aunque primero
había de buscarle novio entre los asistentes a la boda, a fin de cuentas, de un
enlace siempre surge otro, o eso dice la tradición.
Ese fue el
momento en el que AMOEXIGENTE la vio, en una esquina, observándolo fijamente,
como si no hubiera más mundo alrededor de ellos dos. Se quedó petrificado, era
la última persona que hubiera pensado encontrar allí. Tras la primera impresión
reaccionó y se dirigió hacia ella, pero ella torció el gesto a medida que lo
veía acercarse.
-¿LabiosdeCaramelo?,
¡no me lo puedo creer!, ¿qué haces tú aquí?-
-¿Qué qué
hago aquí?, ¿qué haces tú? Que me dijiste que este fin de semana trabajabas y
mira, aquí te veo, ¡Casándote!-
-¿Y tú?, ¿No
se suponía que la boda a la que ibas era en un pueblo de Lérida?-
-Pues anda
que tú…¿No eras de Murcia?, ¿qué haces en Toledo?-
Se quedaron mirándose unos
segundos, sin saber qué contestar los dos. La madrina se acercó al novio y le
tiró del brazo. Tenía que saludar a la
Tia Encarnita , que había venido expresamente a verlo
desde Cazalla de la Sierra
a pesar de lo enferma que estaba. Un grupo de unas cuatro ancianas asidas a
cuatro copas de tinto lo esperaban con los ojos ávidos de besos, abrazos y
pescozones. A regañadientes se dirigió hacia ellas poniendo su mejor “sonrisa
Profident”. Pero no paraba de mirar hacia atrás, intentando no perder el
contacto visual con LabiosdeCaramelo, que se había quedado plantada, con la
palabra en la boca y el alma encojida. Ella sintió que se quería ir de allí,
salir corriendo y no mirar atrás, pero Piluca llegó para preguntarle porqué no
se había puesto a recoger el ramo como las demás; con su altura hubiera ganado
a la loro aquella que se lo había llevado, seguro, y con su cara conseguiría
novio antes, también seguro.
Las horas fueron pasando y
durante todo el tiempo AMOEXIGENTE no dejaba de mirarla. En el transcurso de la
velada los invitados fueron entrando en el salón del banquete, los platos se
sucedieron unos tras otros y algunos tuvieron que comenzar a desabrocharse el
botón del pantalón, dejando las barrigas liberadas de tanta presión. Los
padrinos y la novia atendían a los comensales, pero el novio parecía estar en
otro mundo.
La deseaba, a
pesar de que sabía que no había sido del todo sincera con él. La deseaba, a fin
de cuentas él le había ocultado que tenía novia e iba a casarse, pero eso no
parecía tener importancia en aquel momento. Simplemente sintió que la deseaba y
esa idea venía una y otra vez a su cabeza….la deseaba.
LabiosdeCaramelo buscó el modo
de sentarse de espaldas, para no tener que verle la cara. Intentó no pensar en
él, pero era imposible, después de meses chateando por fin lo veía, pero no de
la manera que hubiera esperado. Se sintió engañada, ultrajada y defraudada. Se
juró a si misma que no volvería a entrar en el chat y dos lágrimas resbalaron por
sus mejillas.
-Ayyyy, que sensible eres hija,
siempre acabas llorando en las bodas.- decía Piluca, mientras Amparo asentía
con la cabeza, visiblemente perjudicada por el vino y casi sin poder dar pie
con bola, buscando un pañuelo en su bolso para su amiga.
–Anda, sécate
que se te va a correr el maquillaje.-
Pero las intenciones de
LabiosdeCaramelo se vieron truncadas, donde ella quería pasar desapercibida,
AMOEXIGENTE lo que veía era un cuello elegante, una nuca desnuda, perfecta,
flanqueada por un pelo negro zaino recogido en un moño alto y una espalda firme
y altiva, con unos hombros formados que le llamaban a besarlos. Pensó en sus
manos apoyadas en ellos, pensó en sus labios rozando esa nuca, pensó en sus
dedos deslizándose por su piel mientras le colocaba un collar de sumisa. ¡Que
hermoso estaría ese cuello con un collar!, pensó, al tiempo que notaba como su
miembro empezaba a hacer bulto en su pantalón.
Terminó la comida, se cortó la
tarta y se dio paso al baile. De mala gana bailó con la novia, que se sentía en
principio flotando entre sus brazos, hasta que se dio cuenta que más bien la
llevaba en volandas y sintió miedo de que la acabara tirando con traje de novia
y todo. Tras la apertura salieron los padrinos a bailar un pasodoble,
agarrándose los padres de él como dos adolescentes en celo, claramente con unas
cuantas copas de más encima e intentando no perder la compostura los padres de
ella, tiesos y escandalizados del comportamiento de sus consuegros. Los
invitados se fuero uniendo poco a poco hasta que solo quedaron sentadas las
personas mayores. Los niños correteaban entre las mesas para desesperación de
los camareros que intentaban recogerlo todo con la mayor celeridad posible y la
gente joven salió afuera a fumar o simplemente a tomar el aire.
Fue entonces cuando
LabiosdeCaramelo pensó que deseaba estar sola, ir a llorar a un rincón, ya no
le importaba que la pudieran ver, pero tampoco quería estar con la gente,
comenzó a dirigirse hacia la salida, llorando en silencio. Nadie se percató de su
comportamiento, la noche empezaba a caer y todos estaban felices, borrachos y
distraídos con la charla. Atravesó el patio, bajó la escalinata de acceso, pasó
entre los coches y salió por el portón de entrada, por el camino por el que
habían llegado hasta allí. Pronto lo abandonó para dirigirse por una vereda
campo a través. Él la siguió, pero ella no se dio cuenta. Su novia pensó que
había ido al baño.
Unos doscientos metros más
adelante se le rompió un tacón, así que se los quitó y siguió caminando
descalza sobre la hierba fría y húmeda. Había un grupo de árboles y la vereda
parecía conducirle allí. Ella sintió miedo de la oscuridad pero pensó que era irracional
y se adentró. Él guardaba cierta distancia. Cinco minutos de camino más
adelante la senda se acababa, llegando a un pequeño claro entre los árboles. Se
paró, sin saber que hacer, decidió buscar otra continuación del camino, pero al
volverse se encontró con él de cara. Se asustó y dio un paso atrás.
-¿De qué tienes miedo?, ¿Acaso
no soy tu Amo?-
-¿Tú?, ¡tú no eres mi Amo ni
eres nada, canalla mentiroso!-
Le dio un guantazo que la tiró
al suelo y la hizo gritar de miedo. Le mandó callar y se colocó encima de ella,
agarrándola del cuello con una mano, mientras con la otra se desabrochaba el
pantalón. Ella le dio un golpe con los tacones en la cara y él le volvió a dar
otro guantazo. Le quitó los tacones y los tiró a un lado del claro. Se quitó la
corbata, la sujetó de ambos brazos y se la ató a las muñecas, dejándola con las
manos totalmente inmovilizadas, juntas. Le subió la falda y arañó los pantis
hasta rompérselos, haciéndole un agujero a la altura de su sexo y haciendo que
las carreras bajaran hasta los pies. Ella no reaccionaba, se dejó hacer,
asustada y excitada a la vez, llorando y sorprendiéndose a si misma por el
calor y el deseo que empezaba a sentir en ese momento.
Él le arrancó
el tanga de un tirón, se sacó su miembro, que para entonces estaba más excitado
de lo que recordaba haber estado nunca y la penetró, dejando escapar un gemido
de placer al notar el calor y la humedad de ella. Se movió sobre ella,
metiéndola y sacándola una y otra vez y viendo como ella pasaba de la rigidez
más absoluta a la laxitud y como comenzaba a mover las caderas acompasadamente
al ritmo de él.
-Mia, mia,
mia- le decía una y otra vez al oído, flojito, entre susurros y gemidos. –Mi
sumisa-
No
contestaba, pero su cara y sus respiraciones hablaban por ella. Se sentía tan
excitada como él, tan a gusto como él y tan entregada a la pasión como lo
estaba él. Cuando él se percató de su estado se la sacó y le ordenó ponerse
como una perra. Entonces se la metió por el ano, siguiendo el mismo ritmo que
antes. Ella se quiso morir de dolor, pero al mismo tiempo sintió un calor y un
placer extremos y dejó que él la taladrara a un ritmo frenético. Fue entonces
cuando él se inclinó sobre su espalda, clavándole la polla más hasta el fondo y
rozando su pecho contra ella. Su hombro izquierdo estaba a la altura de sus
ojos, entonces volvió la cara, buscando su cuello. Al tener su nuca tan cerca,
sintió que quería follarla entera, todas las partes de su cuerpo, sin dejar ni
una, incluida esa. Se la mordió, clavándole los dientes fuertemente en su
carne, al tiempo que un orgasmo infinito recorría su cuerpo y notaba como se
vaciaba entero dentro de su ano.
Ella sintió
un dolor extremo, se quiso zafar de él pero no podía, él la sujetaba
fuertemente.
–Mia, mia,
mia- seguía diciéndole entre estertores de placer. –Mi perra.-
Cuando se
relajó se dio cuenta de que ella lloraba de nuevo, en este caso de dolor. Le
hizo volverse sobre el suelo, apoyada entre las hojas, las piedras y los
tacones, que se le clavaban en la espalda. Sin mediar palabra le volvió a abrir
las piernas de nuevo, fuertemente con sus manos y hundió su cabeza bajo la
falda. Comenzó a comerle todo el sexo, como una pasión y unas ganas como no se
lo habían hecho antes. Entonces el placer la llenó a ella y se le olvidó el
dolor que acababa de sentir. Su lengua era caliente, húmeda, suave. Sus labios
se movían tirando de su clítoris en el momento que debía. La llevó al orgasmo a
un ritmo continuado, sin parar hasta notar como sus jugos chorreaban por su
vagina hasta su boca. Cuando comprobó que estaba satisfecha sacó la cabeza de
allí y la apoyó sobre su pecho, que bajaba y subía jadeante. Le desató la
corbata de las muñecas y dejó que ella le abrazara.
-¿Dónde
estabas? ¿Qué hacías tanto tiempo en el baño? Vente a despedirte de tu Tía
Encarnita, que se vuelven para Cazalla.- Le dijo la madrina cuando consiguió
localizarlo.
–Ven para
acá.- AMOEXIGENTE se recomponía el traje y dejaba que su madre le pusiera la
corbata, serio, pero con brillo en los ojos.
-Niña, ¿Dónde
te has metido que tienes el traje entero lleno de barro? ¿Tú has visto los
pelos que traes? ¿Qué te ha pasado que vas con el tacón cojeando? Oye, ¿Qué te
has venido? ¿Sin medias?- Piluca, Lola y Amparo miraban con los ojos como
platos. LabiosdeCaramelo no decía nada, solo sonreía.
No se supo
quien de los dos se había ido de la lengua, lo cierto es que la historia fue la
comidilla del mes en el chat. Algunos dudaban de su veracidad, pero lo cierto
es que AMOEXIGENTE no había aparecido hasta la semana siguiente y LabiosdeCaramelo
parecía no querer confirmar ni desmentir nada. AmaCachondaX elucubró de lo
lindo en su blog y sumiso-errante siguió suspirando noche tras noche, soñando
con haber estado en ese claro del bosque.
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